Esta semana, decido escribir sobre un tema,
que para mí, además de ser bastante indignante, debe ser una causa de gran
preocupación, ya que implica que la vida, aquel derecho fundamental tan
importante, consagrado en la constitución, como la base de una sociedad, está
siendo comercializado en las formas más básicas; con esto me refiero al tema de
las patentes de vida.
Pero… ¿Que es una patente de vida?
En primer lugar, hay que aclarar que una
patente es el derecho a la comercialización exclusiva por parte del autor, de un producto innovador, es
decir, cuando una persona desarrolla un invento, un producto nuevo, en el cual
se han invertido años de investigación, esa persona, después de tanto esfuerzo,
registra su producto ante una institución reguladora comercial (dependiendo del
país) y con esto, se le concede la capacidad de comercializar su producto; y
ningún otro particular puede lucrarse de las ganancias del invento, sin previo
consentimiento del autor; con lo cual se convierte en un monopolio comercial
por parte de los creadores.
Ahora bien, este principio de las patentes,
se ha utilizado durante muchos años en la industria farmacéutica, y esta es la
razón por la que cuando un medicamento nuevo sale al mercado tiene un costo
alto para el consumidor; lo cual a medida que pasa el tiempo y la patente
expira, empiezan los competidores a hacer uno, por aquello del desarrollo
farmacéutico resulta casi siempre que los precios del mismo producto,
disminuyen drásticamente.
Una patente de vida, se refiere al derecho
del comercio exclusivo por parte de un particular, de elementos vivos de la
naturaleza; para explicarlo mejor, nos quieren vender la naturaleza, lo que da
a entender que quienes tienen estas patentes, son los dueños de la naturaleza.
Para contextualizar el asunto, pondré varios
ejemplos, que nos puede dar una idea de lo descabellada que es la idea de las
patentes de vida:
En el año 1976, un paciente con leucemia
llamado John Moore tuvo una operación en la universidad de california, para que
se le extirpara su bazo canceroso; después de la intervención quirúrgica, su
bazo fue utilizado para desarrollar una línea celular “Mo”, en términos
sencillos, utilizaron las células del bazo de John, los genes dentro de sus
células y luego las empezaron a comercializar para experimentos de proteínas
cancerígenas; resulta que grandes laboratorios de investigación empezaron a
comprar las famosas células y todo esto sucedía sin el consentimiento de su
propio dueño; finalmente, el caso fue llevado a los tribunales y de justicia de
los Estados Unidos y resultó favorecido con la patente y las ganancias de la
línea celular, pero fueron los empresarios los que comercializaron las células
de John.
La pregunta que todos nos debemos hacer: ¿se
supone que el dueño de las “famosas células” es el laboratorio, quien solo
comercializó las células? Ó ¿Es John Moore la persona en la cual surgieron las
células y los genes que éstas tienen?
En 1980, se llevo a la corte suprema de los
estados unidos el caso de una patente de bacterias modificadas genéticamente para
descomponer hidrocarburos; en esta ocasión, los científicos que manipularon los
genes bacterianos, querían tener la propiedad exclusiva sobre estos microrganismos;
asombrosamente, la corte aceptó su solicitud.
Entonces, estos científicos, ¿son los dueños
de las bacterias? ¿Son ellos los únicos que tienen derecho del uso de estas
formas de vida? De acuerdo a la sentencia de la corte, la respuesta es
afirmativa.
Otro caso, son los muy conocidos productos
transgénicos; que por medio de manipulación genética, se les incorporan genes
de otras especies vivas, para hacer los cultivos mas resistentes a ciertos
agentes, tales como el frio, las plagas o los insectos.
Además de los efectos nocivos que estos
alimentos tienen sobre la salud humana, cabe decir, que el impacto a nivel
social es bastante grande.
Resulta que las semillas de los cultivos
transgénicos que son patentadas, son vendidas a los agricultores, quienes
siembran sus tierras con las semillas; como los rendimientos de estos cultivos
son muchísimo más altos que los de los cultivos normales, a las personas del
campo les parece muy atractiva la idea, y se empieza a diseminar el uso de esos
cultivos.
Como los dueños de la semilla y por tanto de
los cultivos originados a partir de esa semilla es una empresa o laboratorio, ellos
regulan el precio de la semilla, si el precio sube, menos personas en el mundo
tendrán la oportunidad de adquirir los alimentos, lo cual impide la adecuada
nutrición de las personas y por ende, aumenta la inequidad; ahora bien, como la
mayoría de los cultivos son transgénicos, la consecuencia final será que habrá
mucho alimento, pero no habrá quien tenga la capacidad de comprarlo; por leyes
económicas, si hay demasiada oferta y poca demanda, los precios bajan, los
agricultores pierden las ganancias de sus cultivos y se llega a una crisis
económica.
Ahora me pregunto, ¿será que las empresas de
patentes génicas son los únicos dueños de los alimentos, del arroz, del maíz o
la soja? ¿Fueron ellos quienes “inventaron” tales cultivos?
La respuesta es no, las empresas no
inventaron los cultivos de arroz, maíz o soja; fue la naturaleza, fue la madre
naturaleza quien durante miles de millones de años, por medio de procesos de
selección natural y diversos cambios, dio origen a los cultivos de nuestros alimentos.
Ni las grandes multinacionales que hoy tienen las patentes como “Monsanto”,
crearon el maíz, ni el arroz; simplemente lo modificaron y ahora se ufanan
reclamándolo como propio.
Además de todo esto, ¿no se supone que la
vida, sea de células, plantas, animales, o humanos, es un derecho que no es
comercializable? ¿Donde queda el respeto y la ética por la vida?
Antes de concluir este articulo, quisiera
preguntar: ¿es que acaso la vida es un bien comercial?, y si lo es, ¿cuanto
valemos? ¿Cuánto vale cada célula de nosotros? ¿Cuando dejamos de decir que la
vida es un “producto de la naturaleza” para decir que es un “invento humano”? a
este paso, algún día, hasta las personas tendremos un valor en dinero, y
llegará otra persona acaudalada a reclamar su derecho sobre nuestros cuerpos;
ese día, dejaremos de ser personas y nos convertiremos en muñecos, títeres de
una sociedad consumista.
¿Quiénes son los verdaderos sueños de la
vida?
@Amaria814
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