La Frase

La Frase: "No se hace justicia regalando dinero a la gente sino abriéndole oportunidades para que se defiendan en la vida." Danilo Astori

25 de octubre de 2012

LA PAZ NO SE FIRMA, SE CONSTRUYE


@CataDaniels
El 11 de septiembre la revista Semana publicó los resultados de una encuesta solicitada por la Gran Alianza de Medios, el titular de esa noticia fue  “El 77% de los colombianos aprueba  inicio de diálogos de paz”[1].  Sin embargo, la noticia no termina ahí:

“El 68% no está de acuerdo con que les sean perdonados los delitos a los guerrilleros. El 80% se mostró en contra con que los miembros de las FARC salgan de las cárceles colombianas o en el exterior.

“A esos datos se suma que el 72% considera que los líderes de las FARC no deben participar en política y presentarse como candidatos a elecciones populares. Además, el 78% de los encuestados espera que los miembros de las FARC paguen cárcel sin importar el tipo de delito que hayan cometido”[2]
Estos datos son reveladores: los colombianos apoyamos éste intento de salida política al conflicto armado pero no estamos dispuestos a convivir con los miembros de la guerrilla, a quienes sólo los queremos ver en cárceles, alienados de la vida civil y política de la Nación. ¿De verdad creemos que la guerrilla aceptará esos términos?

Mi conclusión: Colombia quiere la paz pero no entiende qué es la paz o, por lo menos, no sabe lo que se necesita para lograrla.

Existen dos maneras para entender la paz. La paz negativa, o pax romana, es el logro de la paz por imposición de las armas, promovida en Colombia durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez. Se pretendía llegar a la paz exterminando al “enemigo” o por lo menos por medio de una derrota militar y, por lo tanto, una rendición y sometimiento del adversario. La paz positiva, o “la construcción de paz”, por su parte, un concepto más complejo, implica trabajar para lograr unas condiciones que garanticen que la paz será real y sostenida.

No obstante, aunque resulte elemental, para comprender las dimensiones de la paz hay que comprender también las dimensiones de la violencia generadora del conflicto. Así, Colombia ha existido permanentemente en estado de violencia. Violencia no sólo entendida como aquella que surge del uso de armas y actos bélicos, sino violencia estructural y cultural. La primera definida como “aquella que procede de estructuras sociales, políticas y económicas opresivas, que impiden que las personas se desarrollen en toda su potencialidad: por ejemplo, la pobreza, el hambre, la falta de acceso a la educación o la salud son formas de violencia”[3]; la segunda “procede de la imposición de unos valores o pautas culturales, negando la diversidad cultural y legitimando el uso de la fuerza como forma de resolver los conflictos”[4].

En ese orden de ideas, la paz positiva pasa por la firma de un acuerdo para dejar las armas pero no se queda ahí: hay que erradicar la violencia estructural y cultural que ha agredido a la mayor parte de la población colombiana y ha pasado impune a lo largo de nuestra historia. Esto requerirá esfuerzos que se nos sale de las manos a los colombianos de a pie porque depende de la voluntad política de quienes fueron electos para dirigir nuestros destinos y de quienes tienen el poder económico para influenciar a los primeros ¿estaría dispuesto el sector político y económico del país a realizar los cambios que se requieren?

Afortunadamente nosotros, los colombianos de a pie, no estamos sólo a la merced de nuestros gobiernos, representantes y los poderosos capitalistas para construir la paz. Desde nuestras propias vidas podemos empezar a educarnos en Cultura de Paz. Sin embargo, esto será para otra columna.

Entonces, por ahora sólo abordemos el problema de las condiciones de la firma del acuerdo de paz. Estoy de acuerdo con que se requerirá justicia, pero también se requiere conocer la verdad de las situaciones que han permitido el conflicto y la reparación de las víctimas del mismo. Esta trinidad de conceptos (justicia, verdad y reparación) son los pilares de la justicia transicional, herramienta institucional llamada a regular el paso de una situación de conflicto violento a la paz. De ser consecuentes con nuestro anhelo de paz tendremos que asumir el reto de decidir qué tanta justicia estamos dispuestos a renunciar a cambio de una mayor y mejor verdad y reparación; o si preferimos, por encima de la verdad y la reparación, la justicia; o si no nos importa la reparación pero sí la verdad y la justicia. Debemos recordar que en Oslo las FARC no están formalizando su rendición – no es el sometimiento de los “vencidos” ante los “vencedores. En otras palabras, no estamos en presencia de una paz negativa sino que debemos esforzarnos, y poner de nuestra parte, para que lo que se esté acordando sea el inicio de un verdadero proceso de construcción de paz y no un contentillo mediocre más para quienes deseamos poder disfrutar, más temprano que tarde, de una Colombia en libertad y paz.


@CataDaniels




[2] Op. cit
[3] Manuela Mesa. Sociedad civil y construcción de la paz: una agenda inconclusa. Publicado en Pensamiento Propio n.28. julio-diciembre de 2008.
[4] Op. Cit.


1 comentario:

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